La foto de hoy es fea. Ni con filtro se le puede sacar provecho.
La cuelgo como castigo y recordatorio para que jamás vuelva a ir al Ikea un sábado y con niňos. Me pasé el rato persiguiendo a Tomás para, al final, acabar en un sofá llamado «Friheten» dando el pecho a una y calmando el llanto del otro.
No compramos nada de lo previsto pero sí volví a caer en la tentación de llevarme cajas y servilletas. Mi gran debilidad.
Y aquí están, las servilletas dentro de las cajas.